HISTORIA DEL MARTINSVILLE MOTORSPEEDWAY

El Martinsville Speedway, situado en Ridgeway, Virginia, es uno de los circuitos más históricos y singulares de la NASCAR. Inaugurado en 1947, tiene el honor de ser el circuito más antiguo que sigue figurando en el calendario de la NASCAR Cup Series. Conocido por su característico trazado en forma de clip, el óvalo mide solo 0,526 millas, lo que lo convierte en el circuito más corto de la máxima categoría de la NASCAR.

Desde la primera carrera de la Copa en 1949, Martinsville ha sido un elemento básico de la serie. Red Byron ganó esa prueba inaugural y, a lo largo de las décadas, el circuito se ha convertido en uno de los favoritos de los aficionados gracias a sus curvas cerradas, sus largas rectas y sus constantes batallas rueda a rueda. A diferencia de los superspeedways más grandes, Martinsville exige paciencia, precisión y carreras físicas, lo que da lugar a algunos de los finales más dramáticos de la historia de la NASCAR.

El circuito acoge tradicionalmente dos carreras de la Copa cada año: una en primavera y otra en otoño, siendo la prueba otoñal parte de los playoffs de la NASCAR. Esa carrera de playoffs ha consolidado la reputación de Martinsville como una parada fundamental en la lucha por el campeonato, donde a menudo se calientan los ánimos y se pueden ganar o perder títulos. Las luces permanentes, instaladas en 2017, han contribuido al espectáculo al permitir memorables carreras nocturnas.

Martinsville también ha sido testigo de actuaciones legendarias. Richard Petty lidera el recuento de victorias de la Copa de todos los tiempos con 15 victorias, mientras que otros iconos como Darrell Waltrip, Jeff Gordon y Jimmie Johnson también han conseguido récords dominantes en el «paperclip». En los últimos años, estrellas como Kyle Larson, William Byron y Joey Logano han añadido sus nombres a la lista de ganadores.

El legado del circuito va más allá de la Copa NASCAR. La NASCAR O'Reilly Auto Parts Series y la Craftsman Truck Series aportan acción adicional, y las estrechas dimensiones del circuito suelen proporcionar momentos decisivos para los talentos emergentes. Martinsville también es conocido por su ambiente acogedor para los aficionados y por su producto estrella: el famoso perrito caliente de Martinsville, una tradición de los días de carrera desde hace décadas.